
Y lo veríamos ahí, frente a nuestros ojos, cual augusto coliseo, que tuvo capacidad en su día para 25.000 espectadores. Se celebraban en él los grandes espectáculos de sangre; luchas de gladiadores a muerte, enfrentamientos reales para representar guerras bélicas, y en el caso de Itálica incluso la representación de batallas navales en su foso central.
Si abrimos los ojos, y volvemos al s XXI, podremos ver sus ruinas, tantas y tantas veces maltratadas por el paso de los siglos. Y podremos contemplar, sobrecogidos, la grandiosidad que aún posee, pese a lo poco de él que el tiempo nos ha legado.


Vestigios ocultos como los que reposan en el lecho del Guadalquivir, los muros del Anfiteatro, que fueron destrozados en su totalidad para construir un dique que protegiera a los pueblos adyacentes y a la propia ciudad de Sevilla de las crecidas del río. Podría no haber quedado ni rastro del edificio en aquel entonces, pero la reciedumbre de sus muros lo salvaron de desaparecer por completo.
No sé si podríamos considerar expolio la destrucción del Anfiteatro de Itálica con fines meramente utilitarios. No se si, de poderse considerar expolio, el término alcanzaría a definir el patrimonio que perdimos, tan salvajemente destrozado, en años en los que el arte que había perdurado en pie durante siglos fuera borrado por la mano del hombre, arrebatándole al tiempo algo que ni él mismo y su fuerza fueron capaces de borrar aun hoy día, casi 2000 años después.
Características arquitectónicas.
Con una capacidad de 25.000 espectadores y unas medidas totales de 156 x 134 m, disponía de tres niveles de graderío. Bajo el nivel del antiguo suelo de madera del anfiteatro había un foso de servicio para los diferentes espectáculos de gladiadores, denominados munus gladiatorum y luchas contra fieras, llamadas venationes.

El anfiteatro contaba además con varias salas dedicadas al culto de Némesis y de Dea Caelestis.
Puedes hacer clic aquí si deseas encontrar más información sobre este anfiteatro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario